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Diario El Mercurio: El “circuito figurativo” de artistas chilenos

Pintores realistas hacen escuela en Madrid

Las facultades españolas se alejan de la figuración y los alumnos se acercan a los talleres de los pintores chilenos. Los herederos de Claudio Bravo exponen y venden en el mercado internacional y sus clases son muy requeridas. 

ROCÍO MONTES ROJAS, Madrid

Quien visite el Museo Reina Sofía de Madrid desde el próximo 28 de mayo tal vez piense que se equivocó, que en verdad pisa el Museo del Prado, cuando tenga delante de sus ojos las series de grabados “Los caprichos” y “Los desastres de la guerra”, de Francisco de Goya (1746-1828). Será la primera vez que el principal centro de arte moderno de España exponga trabajos anteriores a 1881, año del nacimiento de Pablo Picasso, lo que supone una revolución. La incorporación de la obra de Goya, sin embargo, no es más que la vistosa punta del iceberg del histórico reordenamiento de la colección permanente del Reina Sofía.

El Mercurio, Alejandro Decinti, Oscar Villalón

Sin miedo al anacronismo, el museo ofrecerá un recorrido personal por el arte moderno más allá de las épocas y escuelas artísticas. En el gran espacio dedicado al modernismo y decadentismo, por ejemplo, convivirá la negrura de Goya con “La mujer azul” (1901), de Pablo Picasso. El artífice de la reforma, el director del museo, Manuel Borja-Villel, ha concebido un nuevo recorrido, con Goya a la cabeza -como el artista que explica como ningún otro todo lo que vino después- la totalidad de la producción artística moderna parece haber encontrado su sitio. Salvo el gran escollo del reordenamiento: el realismo español del siglo XX. Porque, ¿dónde instalarlo? ¿Con la nueva subjetividad de los años 20? ¿Junto a los grandes movimientos de los sesenta: el arte pop, al arte conceptual, el minimal? Borja-Villel no ha encontrado la respuesta.

La figuración siempre se torna un tanto incómoda, incluso en Madrid. Parece ir siempre a destiempo. Y eso que aquí está el Prado y Velázquez, y que en esta ciudad reside el hiperrealista Antonio López García, el artista español vivo de mayor cotización. “El realismo no está de moda en España. Siempre los realistas hemos sido unos seres bastante denostados. Hoy en día es muy conceptualista todo”, señala Aldo Bahamonde (Santiago, 1963), pintor chileno radicado en Madrid desde 1984, autor del retrato de Allende que cuelga en el Salón Blanco del Palacio de La Moneda. Lo corrobora Guillermo Muñoz Vera (Concepción, 1956), que llegó a Madrid en 1979 y que se ha convertido en uno de los creadores chilenos que mejor comercializan su obra en el extranjero: “Parece que constantemente tuviésemos que justificar por qué hacemos realismo, cuando habría que explicar por qué no lo hacemos. El arte occidental siempre ha sido figurativo”.

Pero una cosa es lo que sucede en los espacios oficiales y otra lo que ocurre en la calle. “La pintura realista tiene mucha acogida hoy en día porque nunca dejó de tenerla. Pintar el entorno, recrearlo, querer comunicar alguna cosa con el alfabeto que te proporciona la realidad visual, es lo más natural del mundo. Lo que habría que preguntarse es por qué se pone un ladrillo en una urna y vale un millón de euros”, señala Muñoz Vera, autor del mural del Metro Moneda de Santiago. La aceptación de la pintura realista es corroborada por dos jóvenes pintores chilenos que recalaron en Madrid en 2001 y que se han abierto un interesante espacio en la escena europea. Óscar Villalón (Santiago, 1972) y Alejandro Decinti (Santiago, 1973) recuerdan la última edición de la Feria Internacional de Arte Contemporáneo de Madrid (ARCO). Allí predominó el arte conceptual, “pero una de las galerías más importantes, la Marlborough, expuso obras de Antonio López, Claudio Bravo, Manuel Franquelo, Richard Estes”, señala Villalón. “Y lo paradójico es que la gente hacía cola para entrar a la Marlborough y le hacía el quite al pescado muerto y a la cabeza de vaca cortada”.

Más allá de los viejos enfrentamientos entre lo abstracto y la figuración, hay quienes creen que en Europa, y específicamente en España, el gran público se está saturando de tanto arte conceptual. Lo analiza Bahamonde: “El mercado es mucho más rápido y boyante que en Latinoamérica. Pasa muchísima más obra, y eso hace que, de alguna manera, pase de todo y no haya demasiado rasero. Por lo tanto, hay bastante descoloque y la gente tiene la necesidad de ir un poco atrás”. Y ese volver atrás, según el artista, tiene que ver con revisar los cánones clásicos de la pintura. Y ahí está Diego de Velázquez, Juan Sánchez Cotán, Francisco de Goya.

“Donde está Velázquez está el realismo”

Muñoz Vera, Bahamonde, Villalón y Decinti son los cuatro artistas chilenos residentes en España que se autoclasifican como realistas. Todos reconocen que el pintor Claudio Bravo es un referente indiscutible de sus respectivas obras. Pertenecen a diferentes generaciones -el más joven es Decinti, de 35 años, y el mayor es Muñoz Vera, de 52-, pero en sus pinturas plasman la realidad desnuda de igual forma. No sólo eso los une: los cuatro han fundado exitosas escuelas de pintura realista en Madrid. Y todos se preguntan cómo es que un grupo de chilenos -nacidos a unos 10.600 kilómetros del Museo del Prado- están enseñando arte clásico a los europeos. “Nos llama la atención a nosotros y a los propios alumnos”, señala Aldo Bahamonde.

A la hora de explicar el fenómeno, hay quienes parten por la necesidad de los realistas de abandonar Chile: “La gente que pensamos en realismo nos sentimos impulsados a salir”, señala Bahamonde, que en su primera etapa en Madrid compartió taller con Guillermo Muñoz Vera. Lo apoya Decinti, 10 años más joven, que no duda en citar a Adolfo Couve como otro de sus principales mentores: “Nosotros veníamos de la etapa posterior a la generación de los 80, en donde predominaba la abstracción. Y todos los que teníamos una tendencia figurativa nos sentíamos tremendamente huérfanos”. Escapar, salir, pero… ¿por qué a Madrid? Lo explica Villalón en pocas palabras: “Porque donde está Velázquez es donde está el realismo, y se acabó. Una exposición realista funciona en Madrid, no en Barcelona ni en Berlín”.

Las escuelas de arte oficial, concuerdan todos los pintores, se han alejado cada vez más de la figuración. Y el vacío lo están llenando los artistas chilenos. “Llegué a España y estudié en la Complutense esperando ser heredero del legado que ha dejado toda la historia del arte de este país. Y resulta que no. Entras a los 18 años a la facultad y te dicen ‘Sé libre y pinta’.

Pero antes de tener un discurso propio en fundamental aprender el idioma”, señala Bahamonde. Lo explica Muñoz Vera, ferviente crítico de los métodos de aprendizaje actuales: “La pintura se dejó de enseñar en las escuelas y con ello el realismo”.

Aldo Bahamonde:
60 alumnos en promedio

Aldo Bahamonde, de 45 años, llegó a Madrid a los 21 y se especializó en escultura en la Universidad Complutense. Al acabar la carrera, sin embargo, comenzó a dibujar y luego a pintar. En 1989 lo fichó la Sammer Gallery y desde entonces nunca más dejó los lápices y el óleo. Hoy en día su obra se expone habitualmente en España y tiene muy buena cotización. “No soy carísimo, pero tampoco baratísimo”, señala Bahamonde. En diciembre inaugura en la galería Durán de Madrid.

Dedica cinco días a la semana a pintar y dos a hacer clases. Lo hace en su taller, en el barrio de Aravaca de Madrid. Al lado está su casa y un patio común le permite al artista comunicarse con su esposa chilena y sus 2 hijos. Es un sitio acogedor, amplio y bien dotado. No extraña que haya quienes viajan todas las semanas desde Valencia para presenciar las clases. No es una academia convencional: más que una escuela, explica Bahamonde, es el taller de un artista que se abre para intercambiar conocimientos.

Comenzó a enseñar en 1998 y mantiene un promedio de 60 alumnos. Entre sus pupilos, hay desde principiantes hasta artistas profesionales, y los atiende de forma personalizada. “Enseñó un método para revisar y desmenuzar la realidad. A partir de esa disociación podemos rearmarla en un soporte bidimensional”. Óscar Villalón y Alejandro Decinti obra en el circuito de las galerías europeas.

La escuela de puertas abiertas

Con meses de diferencia, Óscar Villalón y Alejandro Decinti se instalaron en 2001 en Madrid. Becados por la fundación de Guillermo Muñoz Vera, se desempeñaron como profesores en la sedes de Madrid y Chinchón. Pero estos egresados de la Universidad de Chile tomaron vuelo propio y comenzaron a dictar clases en su propia academia en 2003. Han transcurrido más de cinco años y el Estudio DeCinti & Villalón S.A. está consolidado: tiene dos sedes en el barrio Chamberí -en uno de los más tradicionales de Madrid- y están a punto de inaugurar una tercera. Cuentan con unos 70 alumnos.

Abundan niños, gente que pinta por hobby, estudiantes de arte y pintores profesionales que quieren terminar una exposición: los alumnos no tienen un solo perfil. “Nos caracteriza una estructura horizontal y accesible a todo el mundo. Es como una casa con las ventanas abiertas”, señala Decinti. Y por ello ofrecen cursos de todo tipo. El más llamativo, el que realizan en la Toscana (Italia). Seis personas, un profesor, un ayudante y la geografía italiana para ser abordada en un cuadro. Este año viajarán también a Roma. Villalón y Decinti están logrando con éxito introducir su obra en el circuito de las galerías europeas. Villalón acaba de inaugurar una exposición en la embajada de Chile en Madrid.

Muñoz Vera: el maestro

Guillermo Muñoz Vera, de 52 años, es uno de los más afamados pintores chilenos realistas. Vende a precios importantes en las subastas de Christie’s y Sotheby’s. Expone habitualmente en galerías de Madrid, Nueva York, Los Angeles, Miami, Londres, Milán. El artista, sin embargo, parece inmune al ajetreo de su obra, porque su vida cotidiana transcurre en el encantador pueblito medieval de Chinchón, a 45 minutos de Madrid. Allí vive en una maravillosa casona del siglo XVII.

A pocas cuadras de su vivienda se emplaza la sede de la fundación Arte y Autores Contemporáneos (ARAUCO), que fundó en 1996 junto a su socia española Carmen Spínola, en la casa Montehermoso, de más de 3 mil metros cuadrados. La tremenda infraestructura hace posible que allí funcione el taller de Muñoz Vera, una estupenda sala de exposiciones y de proyección de videos, un taller de enmarcación, salas de clases y, entre otras cosas, la residencia de los seis estudiantes becados. Porque la escuela de Muñoz Vera ofrece cursos regulares e intensivos para particulares en las sedes de Chinchón y Madrid, pero también becas gratuitas. Nada de profesores ni cátedras en un aula. Los pintores becados se dedican a producir. Y luego, cuando están preparados, a hacer clases y vivir del arte. Como Muñoz Vera.


 

Lecciones de Figuración

Por Raúl Alonso

Una de las funciones fundamentales del arte es la de enseñar, transmitir unos saberes de orden temporal o trascendente, desconocidos por la gran masa de la ciudadanía. A consecuencia de este maestrazgo, el artista habla de hechos concretos que actualiza y aclara, incluso para la comprensión de los iletrados, o describe conceptos abstractos, tal y como lo hacen los relieves pétricos de las catedrales góticas o las pinturas del Renacimiento. En los dos supuestos, los elementos aludidos en la representación pueden tener un sentido dual: figurar únicamente su condición cotidiana o asumir, además, la categoría de símbolo.
A pesar de ciertos prejuicios, un determinado tipo de artistas, entre los que se encuentran Alejandro Decinti y Oscar Villalón, se mantienen perseverantes a una consagración poseedora de unos códigos de análisis y comunicación idóneos para adivinar e iluminar el universo en términos congruentes al hombre, algo que transmiten al nutrido grupo de alumnos que puntualmente acuden a sus talleres de arte como
queda demostrado en esta interesante muestra.
Las pinturas aquí presentadas rezuman honestidad, cada obra es el testimonio de una aventura individual, singladura repetida una y otra vez, que debe ser recorrida por cada autor como si de un camino nuevo se
tratase. Es éste uno de los datos que confiere un sentido especial a esta exposición, se trata de pinturas ”de género” que nos muestran lo que va ocurriendo mientras ocurre. Dicho de otro modo, el relato se
sobrepone a la escena, poniendo de manifiesto la modernidad de los trabajos.
Estos fines se consiguen mediante la capacidad para imitar todos los detalles de la realidad, o bien utilizando unas referencias, visibles o mentales, ordenadas con suficiente habilidad para ser transformadas en
aquello que antes no existía, pero que es posible.
Se advierte el esfuerzo de muchos de los pintores aquí representados por empezar a tomar las cosas como son, sin empeñarse en juzgarlas, entonces es cuando dejan de buscar esto o lo otro y comienzan a
confiar en el silencio que nos sale al encuentro en todas las cosas.
Repasar estas obras es comprobar cómo asoma la tentación de romper el orden previamente armado, buscando esa ruptura nunca desde el exceso ni desde la máxima reducción, sino desde una suerte de
matices, leves pero significativos, que actúan como anuncio de un mundo que está detrás, a punto de aflorar.

Raúl Alonso
Historiador del Arte
Escritor

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